En el Japón del siglo X, en la época Heian, se desarrolló una cultura refinada y asombrosa, en la que se rendía culto a la belleza y al arte, la música y la danza, los jardines, la naturaleza, sobre todo al cambio de las estaciones, y a la caligrafía, que llegó a convertirse en el arte más apreciado por la nobleza. Escribían con pincel y tinta, sobre papeles perfumados de colores. Tenían estilos y significados diferentes para cada ocasión. Hacían concursos de caligrafía y escribían poemas y también cartas con cualquier motivo. Uno de los propósitos más bellos era declarar el amor y los sentimientos. La carta del día después, también llamada carta de la mañana siguiente, se escribía por el caballero después de pasar la noche con su dama, para agradecer el amor recibido, mostrar la devoción por la amada y hacer votos por un próximo y feliz reencuentro. A veces iban acompañadas de alguna rama de una planta aromática o de alguna flor. Y esperaba ansioso, que el mensajero elegido trajera la contestación de su amante. Se me ocurre ahora que podría escribir sobre muchos tipos de cartas: de amor, de bienvenida, de despedida, de negocios, de recomendación, las cartas de agradecimiento, los juegos de cartas, las cartas náuticas y de marear, la cartografía, las cartas abiertas, la carta blanca, las cartas marcadas, las cartas de pago, la carta cabal, las cartas boca arriba, la carta de naturaleza, la carta o patente de corso..., y también sobre los carteros, la espera de las cartas, hoy incomprensible pues no estamos acostumbrados a semejante lentitud. Eso me recuerda que también se puede hablar de los modernos modelos de escribir cartas: el correo electrónico, chats, foros, mesenger, blogs, facebook...; pero, ¡puf!, me quedo un poco abrumado y prefiero no tomar cartas en el asunto. Me temo que las chorradas, fruto de mi escaso ingenio, sobre semejante tratado inacabable, habrán de seguir esperando a ser escritas. Me quedo con estas flores.
tenemos que hacer una escapada al bosque de las flores, donde los colores, formas y olores se funden en arcoiris, círculos y aromas...
ResponderEliminarEn el Japón del siglo X, en la época Heian, se desarrolló una cultura refinada y asombrosa, en la que se rendía culto a la belleza y al arte, la música y la danza, los jardines, la naturaleza, sobre todo al cambio de las estaciones, y a la caligrafía, que llegó a convertirse en el arte más apreciado por la nobleza. Escribían con pincel y tinta, sobre papeles perfumados de colores. Tenían estilos y significados diferentes para cada ocasión. Hacían concursos de caligrafía y escribían poemas y también cartas con cualquier motivo. Uno de los propósitos más bellos era declarar el amor y los sentimientos. La carta del día después, también llamada carta de la mañana siguiente, se escribía por el caballero después de pasar la noche con su dama, para agradecer el amor recibido, mostrar la devoción por la amada y hacer votos por un próximo y feliz reencuentro. A veces iban acompañadas de alguna rama de una planta aromática o de alguna flor. Y esperaba ansioso, que el mensajero elegido trajera la contestación de su amante.
ResponderEliminarSe me ocurre ahora que podría escribir sobre muchos tipos de cartas: de amor, de bienvenida, de despedida, de negocios, de recomendación, las cartas de agradecimiento, los juegos de cartas, las cartas náuticas y de marear, la cartografía, las cartas abiertas, la carta blanca, las cartas marcadas, las cartas de pago, la carta cabal, las cartas boca arriba, la carta de naturaleza, la carta o patente de corso..., y también sobre los carteros, la espera de las cartas, hoy incomprensible pues no estamos acostumbrados a semejante lentitud. Eso me recuerda que también se puede hablar de los modernos modelos de escribir cartas: el correo electrónico, chats, foros, mesenger, blogs, facebook...; pero, ¡puf!, me quedo un poco abrumado y prefiero no tomar cartas en el asunto. Me temo que las chorradas, fruto de mi escaso ingenio, sobre semejante tratado inacabable, habrán de seguir esperando a ser escritas. Me quedo con estas flores.